Desde mi experiencia profesional he podido disfrutar del acompañamiento a muchos niños, adolescentes y jóvenes en momentos difíciles de su vida. A todos en general, les daba mucho miedo tener que hablar con una extraña de las cosas que les pasaba, y en el primer contacto se mostraban distantes y temerosos. La psicoterapia humanista, que es en la que yo me apoyo para realizar mi trabajo, es un compendio de enfoques terapéuticos (Gestalt, sistémica, psicoanálisis, análisis transaccional) que acompañan a las personas desde lo que ellas traen a la consulta. A través de técnicas que tienen que ver con el arte, la narración, el juego y el movimiento corporal, intento que cada persona pueda aprender a expresar lo que le pasa, cómo le pasa y cuándo le pasa. Ellas van ordenando su información del entorno, y dan significado a su historia personal. Mi trabajo se centra en cómo cada persona vive sus acontecimientos vitales, que normalmente están entrelazados por emociones mal digeridas y pensamientos y creencias erróneas o limitantes. Intentamos que, observando y dándole nuevos significados a las emociones y los pensamientos, las acciones acompañen este movimiento. 

La clave de este movimiento está en la DISINCRONIA. Este problema se define como la falta de sincronización entre el desarrollo intelectual, social, afectivo y motor de una misma persona. La falta de armonía en las diferentes áreas, genera confusión, ansiedad y malestar, tanto interno como externo. La disincronia interna se refiere a los ritmos heterogéneos en el desarrollo de sus relaciones, su emotividad, su manera de entender el mundo. Las personas  son capaces de captar mucha información que puede tener una fuerte carga emocional, sin embargo, cognitivamente no siempre son capaces de procesarla. Esto les genera angustia y ansiedad. La disincronía externa tiene que ver con la heterogeneidad en los entornos y relaciones. Se puede dar un desfase entre la norma interna de la persona sobre cómo deben desarrollarse los procesos relacionales, y la norma social aceptada.

Una de las herramientas con las que cuento para este viaje de readaptación son los arquetipos, y aquellas imágenes que todos compartimos y son fácilmente identificables y proyectables.

En mi acompañamiento a jóvenes en sus crisis de desarrollo me apoyo en figuras como el héroe, para construir una nueva narrativa interna que ayude a cada persona a identificar su propio proyecto personal con todos sus sentidos.

El viaje del héroe es un arquetipo, es decir, un modelo, que sirve de ejemplo práctico para aplicar a nuestra vida cotidiana.

Este modelo se presenta constantemente en nuestra historia como humanidad, hoy, hace mil años, dos mil, cinco mil, y en cualquiera de nuestras culturas occidentales, o también en las culturas de Oriente, de África, de la América Precolombina o de los pueblos de la América del Norte.

Joseph Campbell, profesor, investigador y gran especialista en mitología, nos enseñó que el arquetipo, al igual que el mito, nos vincula a todos los seres humanos, superando cualquier límite de tiempo y espacio, porque está siempre vivo y presente en nuestra psique Individual y colectiva.

El arquetipo nace precisamente, de una vivencia que se repite una y otra vez, sin variaciones en su esencia, de tal manera que cristaliza en una experiencia ejemplar, o sea, en un modelo para seguir e imitar en nuestra vida cotidiana.

Carl Gustav Jung, el innovador psicólogo suizo, quien fue el gran divulgador del concepto y aplicación del arquetipo, enseñó que éste es subyacente, es decir, que está en el origen de todas las formas a través de las cuales se manifiesta en nuestra vida.

Todos los arquetipos nacen y se manifiestan  desde nuestro universo psicológico común como humanidad, que Carl Jung llamó Inconsciente Colectivo.

“Los Arquetipos son experiencias compartidas por los seres humanos en todas las épocas y culturas, que recogen una sabiduría común a toda la humanidad.

Estas experiencias se organizan en campos comunes dentro del inconsciente colectivo; aparecen en forma de personajes en los mitos y cuentos de hadas de todos los pueblos, dando voz al inconsciente colectivo.

No pueden comprenderse directamente por análisis intelectual, pues el intelecto no puede contenerlos ni alcanzar las profundidades de sus múltiples significados, sólo podemos sentirlos cuando se llenan de contenido individual.”

Uno de los Arquetipos más conocidos, fruto de una desafiante experiencia de autosuperación vivida desde hace miles de años, es el Viaje o Camino del Héroe:

El Arquetipo del Héroe se ha manifestado desde hace miles de años en todas las culturas, tal y como recogen las diferentes Mitologías, y aún hoy en día sigue formando parte de nuestra vida a través de la literatura, el cómic y el cine, y un gran ejemplo de ello son los superhéroes.

Joseph Campbell fue también el autor de dos best sellers, “El héroe de las mil caras” y “El poder del mito,” y en ambas obras explica claramente el valor y la utilidad práctica del Mito:

  • “El mito te ayuda a poner tu mente en contacto con la experiencia de estar vivo. Te dice qué es estar vivo.”
  • “Los mitos son vehículos de mensajes válidos para toda la vida.”
  • “Los mitos inspiran la realización de la posibilidad de tu perfección, la plenitud de tu fuerza y el aporte de luz solar en el mundo.”
  • “Ver la vida como un poema, y a ti participando de ese poema; eso es lo que el mito hace por ti.”

  El Camino del Héroe, como arquetipo o patrón de autosuperación, es una potente herramienta para el desarrollo personal, atemporal y de probada eficacia, así como un valioso recurso presente en nuestra memoria colectiva como humanidad, al cual podemos recurrir para extraer útiles y poderosas lecciones para poner en práctica en nuestra vida cotidiana.

Existen al menos 4 modelos diferentes que desarrollan el arquetipo, y el más utilizado es el propuesto originalmente por el ejecutivo de la Walt Disney Company Christopher Vogler, como argumento para la redacción de guiones para la literatura y el cine basados en el Viaje o Camino del Héroe.

Este guión se compone de 12 Pasos, que comienzan en el Mundo Ordinario -o Zona de Confort y/o Seguridad, tal y como se la conoce en Psicología- hasta el regreso -transformado- a la vida cotidiana de cada día:

Se corresponde con la estructura básica de narración:

Inicio: En el viaje del héroe el inicio se corresponde con la Partida. En esta parte se presenta a los personajes y se establece lo que Campbell denomina «mundo ordinario», es decir, las cosas en su estado “normal”. Al finalizar esta primera parte suele aparecer la llamada de la aventura, que actúa como elemento disruptor.

Desarrollo: En el viaje del héroe esta parte se corresponde con la Iniciación. El héroe cruza el umbral y se adentra en lo extraordinario. En esta parte aparecen nuevos personajes que van a intentar ayudar al héroe o bien impedirle que alcance su objetivo.

Desenlace: en el viaje del héroe el desenlace se corresponde con el Regreso. El protagonista vuelve al mundo ordinario, es decir, a una situación que puede no ser como la de partida, pero que supone el retorno del equilibrio. En el momento del desenlace puede que el protagonista no haya logrado su objetivo, sin embargo sí que debe haber completado su evolución.

Al hablar de «mundo ordinario» y de «mundos extraordinarios» no nos referimos solo a patrones que encajan con narraciones de género fantástico. Nuestro Viaje del Héroe pretende encontrar en cada recorrido personal estos mundos.

Las doce etapas del viaje del héroe que ya hemos mencionado anteriormente serían:

El mundo ordinario

La historia comienza presentando cómo son las cosas antes de que aparezca el conflicto que lo va a cambiar todo. Este es el momento de crear al protagonista y su día a día.

La llamada de la aventura

Aquí pondríamos el foco en el elemento disruptor que lo va a alterar todo. Al héroe se le presenta un conflicto o la necesidad de conseguir un objetivo. No tiene por qué ser algo excesivamente dramático, puede ser algo sutil, pero a partir de aquí ya nada volverá a ser lo mismo. Se le platea un dilema al protagonista que no puede eludir.

Rechazo de la llamada

Al principio, el protagonista no está dispuesto a emprender el viaje. Nadie quiere abandonar su zona de confort, aquello que conoce y donde se siente seguro. El héroe rechaza la llamada de la aventura. Aquí nos centramos en los inconvenientes que nos puede generar el cambio, y las dificultades que podemos esperar de iniciar un movimiento personal.

Encuentro con el maestro

Hablamos de este personaje aquí. El maestro actúa como catalizador y empuja la historia hacia adelante al convencer al protagonista de la necesidad de aceptar el reto que la llamada a la aventura le ha planteado. 

En ocasiones el maestro entrega al héroe los conocimientos o herramientas que este necesita para emprender la marcha y abandonar el mundo ordinario. Ya preparado, el protagonista cruza el umbral. Es aquí donde aparece el terapeuta.  Con su manera de interpretar la realidad, ofrece al héroe nuevas herramienta de afrontamiento y puntos de vista que le ayudarán asaltar por encima de la dificultades que ofrecen los pensamientos y las situaciones limitantes.

Travesía del primer umbral

Tras el encuentro con el maestro, el protagonista se enfrenta al primer obstáculo que el conflicto que hizo su aparición en el mundo ordinario le plantea. Enfrentarse a este obstáculo, incluso aunque no lo supere, supone para el héroe cruzar un umbral. A partir de aquí ya no hay vuelta atrás, los acontecimientos se suceden y comienza el desarrollo. Significa el paso a la acción, encontrar la motivación en la primera confrontación.

Pruebas, aliados y enemigos

Las pruebas y obstáculos que el protagonista debe superar a lo largo del desarrollo se suceden. Algunos de estos obstáculos están encarnados por personajes, son los enemigos. Y para superar los diferentes retos, el héroe busca la ayuda de otros personajes, son los aliados.

Internamiento en la caverna más profunda

Todas las pruebas que el héroe afronta sirven para prepararle para un reto decisivo al que tendrá que enfrentarse. Esto no significa que el protagonista tenga que superar cada reto que se le presenta, puede fracasar; pero incluso cuando fracasa estará aprendiendo algo útil sobre sí mismo o sobre sus enemigos que le ayudará cuando llegue el momento decisivo. 

Este paso es muy importante, ya que podemos integrar el éxito y el fracaso en un continuo, pudiendo afrontar la frustración con más herramientas.

La Odisea. Prueba suprema

Estamos en la mitad de la historia y este es el momento del clímax. El héroe se enfrenta al mayor reto de todos, aquel para el que (tal vez sin saberlo) se ha estado preparando a lo largo de toda la narración. Ahora el protagonista echa mano de todos sus recursos y se juega el todo por el todo. De nuevo es como si cruzase un umbral.

Recompensa. El elixir del conocimiento

El protagonista se ha enfrentado a la prueba suprema y es recompensado. Esto no significa que el héroe vence, que supera la prueba. La recompensa puede ser inmaterial, como por ejemplo tener una nueva habilidad, saberse más fuerte, haber estrechado lazos de amistad con otro personaje…

Regreso con persecución. Gran lucha final. El camino de vuelta

Tras enfrentarse a la prueba suprema y obtener su recompensa (aunque sea inmaterial) el héroe emprende el regreso. Las aguas empiezan a volver a su cauce, pero todavía hay un último obstáculo que pone en riesgo la recompensa. El protagonista deberá luchar una última vez para no perder aquello que ha ganado.

La resurrección

Esta última lucha para conservar su recompensa es de nuevo una lucha a vida a muerte (aunque en según qué historias esta lucha será figurada). En este momento el viejo «yo» del protagonista (el que era antes de emprender el viaje) muere, el personaje se desprende por completo de él. El héroe sale de esta última prueba purificado , listo para emprender el regreso.

El retorno con el elixir del conocimiento

El héroe cruza de nuevo el umbral que lo lleva de vuelta al mundo ordinario. Pero trae algo consigo: su recompensa y, por supuesto, su experiencia, que lo ha cambiado. Ahora sabe cosas sobre sí mismo que antes ignoraba, tiene nuevos amigos, se sabe más fuerte. De modo que, en realidad, el mundo ordinario tampoco es el mismo que era cuando la historia comenzó.

El inicio del viaje, el sentido circular y el proceso como recompensa lo encontramos en diferentes expresiones artísticas como aquellas inmortales palabras del poeta Antonio Machado:

“Caminante, son tus huellas

el camino y nada más;

Caminante, no hay camino,

se hace camino al andar.

Al andar se hace el camino,

y al volver la vista atrás

se ve la senda que nunca

se ha de volver a pisar.

Caminante no hay camino

sino estelas en la mar.”

Porque lo más importante al recorrer del Camino del Héroe, como cualquier otro camino de crecimiento y realización personal es disfrutar de éste, de cada paso que se da, de cada experiencia que se vive; pues si bien la meta es importante para marcar un rumbo y enfocar nuestra mente y nuestros esfuerzos, si no se disfruta del camino, seguro que tampoco le encontramos sentido a la meta.

 Este ejercicio de control emocional es muy necesario para todos aquellos jóvenes que se encuentran en una crisis en su desarrollo. Es importante hilar las experiencias en un cordón de sentido común, para que todo encuentre su lugar y su lógica. Un aprendizaje transversal en este recorrido es que cada etapa tiene una meta, y que la suma de metas nos hace llegar a un objetivo mayor.

Otro poema que nos puede ayudar a entender la importancia del proceso es el que escribe el poeta griego Konstantinos Kavafis, en un poema que retrata la gran aventura del viaje del Héroe. Se titula Ítaca:

“Cuando emprendas tu viaje hacia Ítaca

debes rogar que el viaje sea largo,

lleno de peripecias, lleno de experiencias.

No has de temer ni a los lestrigones ni a los cíclopes,

ni la cólera del airado Poseidón.

Nunca tales monstruos hallarás en tu ruta

si tu pensamiento es elevado, si una exquisita

emoción penetra en tu alma y en tu cuerpo.

Los lestrigones y los cíclopes

y el feroz Poseidón no podrán encontrarte

si tú no los llevas ya dentro, en tu alma,

si tu alma no los conjura ante ti.

Debes rogar que el viaje sea largo,

que sean muchos los días de verano;

que te vean arribar con gozo, alegremente,

a puertos que tú antes ignorabas.

Que puedas detenerte en los mercados de Fenicia,

y comprar unas bellas mercancías:

madreperlas, coral, ébano, y ámbar,

y perfumes placenteros de mil clases.

Acude a muchas ciudades del Egipto

para aprender, y aprender de quienes saben.

Conserva siempre en tu alma la idea de Ítaca:

llegar allí, he aquí tu destino.

Más no hagas con prisas tu camino;

mejor será que dure muchos años,

y que llegues, ya viejo, a la pequeña isla,

rico de cuanto habrás ganado en el camino.

No has de esperar que Ítaca te enriquezca:

Ítaca te ha concedido ya un hermoso viaje.

Sin ella, jamás habrías partido;

más no tiene otra cosa que ofrecerte.

Y si la encuentras pobre, Ítaca no te ha engañado.

Y siendo ya tan viejo, con tanta experiencia,

sin duda sabrás ya qué significan las Ítacas.”

El Viaje o Camino del Héroe es, en definitiva, y expresado en forma de metáfora, como entrar en una profunda mina de carbón, y salir por el otro lado con las manos llenas de diamantes.